martes, 13 de julio de 2010

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Ese día, recorrí aquellas calles en las que  caminába sin rumbo, en mi mente estaban esas miradas, que me decían minutos antes… no te vayas, no me dejes, en mi boca quedaba todas esas palabras que no dije, te extrañare, te quiero y el sabor del último beso agridulce, cada vez me alejaba mas de esos lugares en donde cada esquina existe un recuerdo; un beso, un abrazo, una mirada, una sonrisa, me fui llevado cada uno conmigo recogiendo y guardando en mi corazón todo lo que hicimos y sentimos, pero a la vez sentía que los dejaba. Las lágrimas llenas de dolor eran tan pesadas como esto que siento ahora en mi pecho… Como este taco en mi garganta, mis pestañas empapadas no me dejaban ver por en donde íbamos y las luces de los carros parecían corazones derretidos, aquel día sospechaba que todo estaría en mi contra y así fue, desde el conductor del autobús brabucón y con cara de revolver... la cobija con la que me abrigue aquella noche en el camino, era tan pequeña que sentía frio en mis pies pero no tanto como el frio de todo lo q sentía al despegarme de todo lo que tenía en aquella ciudad , y hasta el mismo autobús, cómplice del destino para llevarme cada vez más lejos…
Y ahora solo queda ver la lluvia, sentir el frio de la espera y creer en ese gran arcoíris q sale después de una gran tempestad… porque de todo lo que pueda pasar la esperanza es lo último q se pierdey estas lagrimas han de secarse algun dia.

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